DOMINGO A DOMINGO
CON EL
PÁRROCO DE VIRGEN DEL ALBA
2º Domingo de
Cuaresma - Ciclo C (24-2-2013)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a
Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el
aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos
hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria,
hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros
se caían de sueño; y,
espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con Él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor
En este domingo, segundo de cuaresma, la Palabra de Dios nos invita a una
fe que abra nuestra vida a la esperanza y nos anime a ponernos a caminar. Abrahán
se fio de Dios y se puso en camino convencido de que Dios cumple y, por eso,
estaba seguro de que, de acuerdo a las promesas Dios le haría, a pesar de la
aparente impotencia, de la aparente esterilidad, padre de un gran pueblo:
"Más numeroso que las estrellas del cielo" y que : "Poseerán
estas tierras".
Abrahán es modelo del hombre de fe que sabe escuchar a Dios y obedecer. Lo
mismo que le pidió Dios a Abrahán, a Pedro, a Santiago, a Juan nos pide a
nosotros, que nos fiemos de El escuchando a su Hijo: "Este es mi Hijo, mi
Elegido, escuchadle".
La escucha ha de ser la primera actitud de los discípulos. Dejar que las
palabras bajen de la mente al corazón.
Pero Dios no quiere una fe a ciegas, nos va dando signos, pruebas que en
los momentos difíciles, de crisis, sostenidos por esas vivencias, por esas
experiencias, ("Transfiguración en el caso de Pedro, Juan, Santiago"),
nos darán fuerza para pasar por los Getsemaní de la vida, por la cruz y las
cruces de cada día: "Quien quiera ser mi discípulo niéguese a sí mismo,
cargue con su cruz y sígame".
¡Hace falta mirar al cielo para que la realidad de la vida jamás nos haga
perder la fe en el Hijo amado y para que nunca dejemos de escucharle y
obedecerle!
Gervasio Ruiz. S.V.D
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